NUMERO DE VISITAS

sábado, 24 de diciembre de 2011

Deucalión y Pirra, el Diluvio.

Un día llegó a oídos de Zeus que los hombres se habían vuelto malvados y corruptos, y que ya no honraban a los dioses. En seguida bajó a la Tierra para comprobarlo. Lo que vio era peor de lo que había imaginado: los viajeros eran desvalijados por sus anfitriones, las mujeres daban veneno a sus maridos, los hijos ya no respetaban a sus padres... Zeus, horrorizado, abandonó las ciudades y se dirigió al campo, donde esperaba encontrar algo más de humanidad. Cuando llegó al lejano país del rey Lycaon, éste le ofreció un banquete dónde se le sirvió carne humana. Fue la gota que colmó el vaso. Zeus encolerizó de tal modo que tomó una decisión: tachar a todo ser humano de la faz de la Tierra. Llamó a su hermano Poseidón, que provocó un diluvio de nueve días y nueve noches. Los hombres no sobrevivieron.  Todos murieron, excepto dos seres de corazón puro: Deucalión y su mujer, Pirra. Prometeo, el padre de Deucalión, había advertido del diluvio al matrimonio, que se había refugiado a tiempo en una nave de madera repleta de alimentos, de la que no salieron hasta que Zeus, comprendiendo que eran seres puros, retiró las aguas. Solos en la primera mañana del mundo, el matrimonio llegó al monte Parnaso, donde crearon un pequeño templo en el que rezaron a Zeus, porque no soportaban aquella dolorosa soledad. Zeus atendió a sus plegarias y les dijo:
-Salid del templo y lanzad a vuestras espaldas los huesos de vuestra abuela. 
Comprendieron entonces que a lo que se refería Zeus como "abuela" era en realidad la tierra y "los huesos" eran piedras. Recogieron grandes piedras y las lanzaron hacia atrás, por encima de sus hombros. De cada piedra lanzada por Pirra nació una mujer, y de cada piedra lanzada por Deucalión nació un hombre.

1 comentario:

Unknown dijo...

Está cortado